lunes, 8 de junio de 2015

La comunicación, herramienta eficaz para el éxito en la vida

La comunicación, herramienta eficaz para el éxito en la vida
Licdo. Mártires Bastardo C.
La vida en sociedad nace con el lenguaje, sostienen algunos teóricos. Otros señalan que el lenguaje nace dada la necesidad que tenía el hombre (y la mujer) de interactuar, socializar y relacionarse con sus semejantes. Sin la intención de adentrarnos en asuntos teológicos y religiosos, para muchos el lenguaje o la facultad para comunicarse a través del habla fue una dádiva del Creador para el hombre. Pero, independientemente de estas posturas acerca del origen del lenguaje, el papel imprescindible que desempeña la comunicación en la sociedad actual es indiscutible. En ese sentido, en los párrafos siguientes, se hace una reflexión acerca de cuán importante es para cada ser humano desarrollar competencias comunicativas. Se revisan las teorías de algunos autores que han tratado el tema de la comunicación y se asume una postura didáctica-teórica sobre la misma.
Tradicionalmente se ha considerado la comunicación como un acto de mera transmisión de información. Siguiendo a Berlson y Steiner, citados en Niño Rojas, (2008) la comunicación consiste en la transmisión de información, ideas, emociones, habilidades, etc., mediante el empleo de signos y palabras. De acuerdo a esta definición la comunicación es el simple acto de comunicar, y da la idea de un proceso unidireccional, una vía sin retorno, un emisor, quien comunica y un receptor pasivo. Completan la concepción tradicional los llamados elementos de la comunicación: junto al emisor y al receptor, el mensaje, el canal y el código.
Niño Rojas difiere de esta definición tradicional y señala que comunicarse es el acto de hacer circular, compartir o intercambiar, por algún medio, experiencias (conocimientos, opiniones, actitudes, emociones, deseos, requerimientos, etc.) entre dos a o más personas, con un propósito particular, y en situaciones reales de la vida humana. (Niño Rojas, 2008). Para Ferrer, citado en Fonseca (2011) la comunicación es la creación de significados compartidos a través de procesos simbólicos. Es la interacción e intercambio de ideas con otros.
Dado ese carácter interactivo, de intercambio y dinámico de la comunicación humana, hay que referirse apropiadamente a quienes intervienen en dicho proceso. Calsamiglia y Tusón se refieren a ellos como interlocutores, otros estudiosos les llaman participantes o actores. Pero sin importar cuál de éstas sea la designación, es necesario ampliar el enfoque que actualmente se usa para la enseñanza de la comunicación en los centros de educación de Básica, Media y Superior.
¿De qué le sirve a una persona conocer teóricamente todo lo relacionado con la comunicación y sus elementos y no poder relacionarse adecuadamente con sus iguales mediante el uso de la lengua? Saber comunicarse eficazmente es una necesidad vital para vivir en sociedad, casi como alimentarse.
El profesor Bartolo García, en su libro Lengua, pensamiento y educación, plantea que a la hora de abordar el tema de la comunicación hay que hacerlo partiendo de los enfoques de la sociolingüística, la pragmática y la lingüística, para luego ejecutar actividades de construcción de conocimientos. Desde esa perspectiva, podrá lograrse el desarrollo de las competencias comunicativas de los alumnos y éstos estarán preparados para el éxito personal y profesional en el ámbito de la comunicación.
Este autor destaca que un factor determinante de la comunicación eficaz es la competencia pragmática. Así, al momento de comunicarnos, debemos tener muy en cuenta todos los factores relacionados con la persona o personas con quienes vamos a interactuar. Tener en cuenta el contexto de la comunicación es fundamental para que se produzca lo que llama “la sintonía entre emisor y receptor”. Y es que, como afirma Fonseca, la comunicación humana implica: compartir con otras personas, lograr significados comunes, ejercer una influencia reciproca, vivir en comunión, tener una interacción continua. Por eso, el contexto en el cual se desarrolla la comunicación debe ser valorado y tomado muy en cuanta, tanto a la hora de abordar el tema de la comunicación, como en el momento de interactuar con otras personas.
En conclusión, considero, al igual que el profesor García Molina, que el tema de la comunicación debe enfocarse desde una perspectiva moderna y funcional. En todos los niveles de estudios se debe poner el énfasis en la función social de la comunicación y en el desarrollo de las competencias comunicativas de los alumnos.

Calsamiglia, Elena y Tusón, Amparo. (2007). “Las Cosas del Decir, Manual de Análisis del Discurso”. 2da. Edición. Editorial Ariel, S. A. Barcelona.
García Molina, B. (2006). Lengua, Pensamiento y Educación. Teoría Lingüística y Enseñanza de la Lengua. 4ta. Ed. Editorial Surco, Santo Domingo.

Niño Rojas, Víctor Miguel (2008), Competencias en la Comunicación, 2ª. Ed. Bogotá, Ecoe Ediciones 

viernes, 20 de febrero de 2015

Breve historia de la electricidad

Reseña recuperada de: http://www.emsadigital.com.ar/educacion/histelectricidad.htm

Las propiedades eléctricas de ciertos materiales ya eran conocidas por civilizaciones antiguas. En el año 600 AC , Tales de Mileto había comprobado que si se frotaba el ámbar, éste atraía hacia sí a objetos más livianos. Se creía que la electricidad residía en el objeto frotado. De ahí que el término "electricidad" provenga del vocablo griego "elektron", que significa ámbar. 


En la época del renacimiento comenzaron los primeros estudios metodológicos, en los cuales la electricidad estuvo íntimamente relacionada con el magnetismo. El inglés William Gilbertcomprobó que algunas sustancias se comportaban como el ámbar, y cuando eran frotadas atraían objetos livianos, mientras que otras no ejercían ninguna atracción. A las primeras, entre las que ubicó el vidrio, el azufre y la resina, las llamó "eléctricas", mientras que a las otras, como el cobre o la plata, "aneléctricas". 


Benjamin Franklin fue quien postuló que la electricidad era un fluido y calificó a las sustancias en eléctricamente positivas y negativas de acuerdo con el exceso o defecto de ese fluido. Franklin confirmó también que el rayo era efecto de la conducción eléctrica, a través de un célebre experimento, en el cual la chispa bajaba desde una cometa remontada a gran altura hasta una llave que él tenía en la mano.


Hacia mediados del siglo XVIII se estableció la distinción entre materiales aislantes y conductores. Los aislantes eran aquellos a los que Gilbert había considerado "eléctricos", en tanto que los conductores eran los "aneléctricos". Esto permitió que se construyera el primer almacenador rudimentario: estaba formado por dos placas conductoras que tenían una lámina aislante entre ellas. Fue conocido como botella de Leyden , por la ciudad en que se lo inventó.


A principios del siglo XIX, el conde Alessandro Volta construyó una pila galvánica. Colocó capas de cinc, papel y cobre, y descubrió que si se unía la base de cinc con la última capa de cobre, el resultado era una corriente eléctrica que fluía por el hilo de unión. Este sencillo aparato fue el prototipo de las pilas eléctricas, de los acumuladores y de toda corriente eléctrica producida hasta la aparición de la dínamo.


Mientras tanto, Georg Simon Ohm sentó las bases del estudio de la circulación de las cargas eléctricas en el interior de materias conductoras.


En 1819, Hans Oersted descubrió que una aguja magnética colgada de un hilo se apartaba de su posición inicial cuando pasaba próxima a ella una corriente eléctrica y postuló que las corrientes eléctricas producían un efecto magnético. De esta simple observación salió la tecnología del telégrafo eléctrico. Sobre esta base, André Ampère dedujo que las corrientes eléctricas debían comportarse del mismo modo que los imanes.


Esto llevó a Michael Faraday a suponer que una corriente que circulara cerca de un circuito induciría otra corriente en él. El resultado de su experimento fue que ésto sólo sucedía al comenzar y cesar de fluir la corriente en el primer circuito. Sustituyó la corriente por un imán y encontró que su movimiento en la proximidad del circuito inducía en éste una corriente. De este modo pudo comprobar que el trabajo mecánico empleado en mover un imán podía transformarse en corriente eléctrica.


Los experimentos de Faraday fueron expresados matemáticamente por James Maxwell, quien en 1873 presentó sus ecuaciones, que unificaban la descripción de los comportamientos eléctricos y magnéticos, y su desplazamiento, a través del espacio en forma de ondas. En 1878 Thomas Alva Edison comenzó los experimentos que terminarían, un año más tarde, con la invención de la lámpara eléctrica, que universalizaría el uso de la electricidad.